octubre 6, 2024

Paula Lambruschini: A 46 años de su muerte, sus asesinos son héroes y producen ganancias

Paula Lambruschini, hija de un militar, tenía 15 años cuando el 1 de agosto de 1978 fue asesinada con una bomba por la montonera Lucila Révora, madre del senador Eduardo “Wado” de Pedro.

Además de asesinar a Paula Lambruschini, en el ataque murieron más personas y muchos sufrieron heridas de gravedad al ser destruido en la explosión el edificio ubicado en la calle Pacheco de Melo 1957, en el barrio Norte de la ciudad de Buenos Aires. 

Las otras víctimas fatales incluyen al custodio de Paula, a un vecino de nombre Ricardo Alvarez y a una docente jubilada de 82 años, cuyo sobrino periodista (Mariano Obarrio) fue intimidado informalmente por el propio Wado de Pedro para no recordar el ataque públicamente.

Paula fue asesinada por ser la hija del ex almirante Armando Lambruschini. De hecho contaba con custodia porque esposas e hijos de militares, políticos o empresarios eran objetivos codiciados por los guerrilleros de ERP y Montoneros que tenían experiencia en asesinatos de infantes como María Cristina Viola de 3 años (En total ERP y montoneros mataron 29 niños, 79 resultaron heridos y 34 fueron secuestrados; total: 142.).

Su asesinato se repite cada año con la complicidad de la sociedad que hasta hoy lo romantiza y recompensa retroactivamente mediante indemnizaciones otorgadas en procesos judiciales con fines teatrales, segun admitió la propia juez fundadora de Justicia Legitima Garrigós de Rébori al admitir que “…los jueces tienen ideología política sería absurdo negarlo. Pretender que los jueces no tengan ideología es pretender que actúen como computadoras. Y eso en esta etapa de la humanidad se sabe que ningún ser humano lee la realidad si no por los anteojos de su ideología. Ve la realidad de una manera y así ve el derecho y los asuntos que tiene para tratar”.

Las confesiones de Rebori son las de una sociedad que consintió y hasta impulsó de manera eufórica una cacería de brujas que no solo tuvo como objetivo la implementación de medidas punitivas brutalmente inéditas para respaldar la demonización de los acusados, sino la consolidación de un fraude al Estado, que entre otras cosas, sirvió para blanquear el patrimonio de sus beneficiarios obtenido mediante corrupción, basándose en el precedente de Wado de Pedro, quien a fines de los 90 cobró una suma de US$450.000 en concepto de indemnización a sus padres, reconocidos por el Estado como inocentes desaparecidos.

Esa suma le fue de gran utilidad a Wado de Pedro en el 2014, cuando ante acusaciones por el crecimiento inexplicable de su patrimonio, a través de una carta, excusó su enriquecimiento citando las indemnizaciones por sus padres como fuente de sus riquezas, nadie se atrevió a cuestionarlo.

3 años después, Wado de Pedro fue mencionado en un expediente judicial, señalado por Jose Lopez (El de los bolsos) como valijero de Justicia Legítima en un testimonio que por algún motivo, como todos los testimonios y denuncias contra Wado, no avanzó.

El beneficio que las indemnizaciones representan excede incluso su propio monto sirviendo ya no solo como medida de blanqueo, sino también como método para eludir cepos y extraer dinero del país evadiendo impuestos, según un decreto de Alberto Fernandez que autorizaba exclusivamente a familiares de desaparecidos comprar dólares a precio oficial y girarlos al extranjero libres de impuestos, el sueño de toda mafia argentina. El negocio es redondo. 

Para que ese negocio triunfe, fue necesario convertir a infanticidas como Lucila Révora en héroes, victimizarlos, clasificarlos como desaparecidos inocentes y borrar de la memoria a Paula Lambruschini y a cientos de inocentes que hacen tambalear la historia oficial devenida en una industria de compensaciones y lavado de dinero.

El 24 de marzo del 2022 en la ciudad bonaerense de Mercedes, mientras se conmemoraba a Lucila Révora y a otros asesinos pertenecientes a ERP y Montoneros en la plaza central, alguien desató la furia de una multitud de militantes mencionando el nombre de Paula Lambruschini.

La mención, hecha en la ciudad Wado de Pedro, le valió a quien la hizo, agresiones, 48 horas de detención incomunicado, robo de partes de su moto, y una serie de falsas acusaciones que luego fueron desmentidas en videos.

En la misma ciudad, padres debieron retirar a sus hijos de colegios hartos por la injerencia del senador en el ámbito educativo intentando imponer (el mismo presencialmente) su versión de los hechos a los niños.

Esas no son la únicas muestra de nerviosismo  ante cuestionamientos a la historia oficial por parte de los militantes de H.I.J.O.S y La Cámpora que incluyen a una legión de editores de fuentes enciclopédicas o artículos para eliminar cada rastro de Paula Lambruschini y otras víctimas de la historia. 

Hasta el día de hoy, Paula y las demás víctimas del terrorismo nunca fueron reconocidas por el Estado argentino, sus familiares viven demonizados, son amenazados o repudiados al intentar recordar la historia publicamente, por eso es tan importante conocerla y compartirla.